Desde el techo de su casa, cerca de la base aérea de El Bosque, Jael Messina (17) sacó las primeras fotos que la llevaron a convertirse en spotter .

El despegue fue rápido: subió las imágenes de aviones militares volando sobre su cabeza a su cuenta de Instagram, y comenzó a recibir comentarios de cuentas de spotters , o fanáticos de observar y fotografiar aviones.

«En las cuentas de spotters les gustaron mis fotos y empecé a hacer amigos», dice Jael. Hoy es tan experta en aviones, que sus compañeros de colegio le preguntan qué modelos son los que pasan sobrevolando el establecimiento o le preguntan por qué se forma la estela en el cielo. Ella, gracias a lo que ha averiguado en internet y a lo que ha aprendido con sus nuevos amigos, siempre sabe qué responder.

Jael es parte de «Spotters Chile», una comunidad en Facebook que tiene 1.837 seguidores y unos 400 miembros activos.

Pero no es la única organización que funciona en el país. «Aviones Chile Spotting», «Araucanía Spotters», «Spotting puq Chile» ( spotters de Punta Arenas) son otras de las cuentas activas en las redes sociales.

Comunidad activa

Simón Blaise (27) vivía en Los Andes y estaba seguro de que era el único amante de los aviones. «En Los Andes no había nadie más. Pero en internet empecé a conocer gente, y cuando me vine a Santiago a estudiar, nos empezamos a organizar y nos juntábamos cerca del aeropuerto».

Lo que hacían allí era lo mismo que hacen todos los fanáticos de los aviones: tomar fotos de las naves y muchas veces registrar sus modelos, matrículas y horas de llegada o salida.

Simón, uno de los creadores de «Spotters Chile» -que partió como una comunidad en la que sus amigos compartían fotos y que hoy es la agrupación más grande de Chile en el tema-, asegura: «Nunca pensé que tendríamos tantos seguidores, pero a la gente le interesa cada vez más este tema».

Pablo Patiño (38), uno de los creadores de «Aviones Chile Spotting», coincide. «Hay gente que está recién comenzando en este tema. En las redes sociales mucha gente nos pregunta por aviación. En parte, porque hay nuevas aerolíneas que están llegando a Pudahuel, y eso lo vuelve más llamativo. Pero también creo que el aumento de gente se debe al tema de volar, la magia de los aviones… el hombre siempre quiso buscar una forma de volar e imitar a las aves, y a mí, personalmente, me gusta ver cómo lo lograron».

Eso sí, también cree que mucha gente se entusiasma por el hecho de que los precios de los pasajes sean más asequibles. «Ahora ya no es de élite, la gente puede volar. Y ya cuando vuelas, de a poco empiezas a meterte en el tema».

Pablo dice que puede ir hasta dos veces por semana a ver aviones a las cercanías de Pudahuel, Tobalaba o al club aéreo de Vitacura. Simón Blaise, en cambio, ya no va tan seguido. «Cerca del aeropuerto (de Pudahuel) hay mucho basural clandestino, no hay luminaria pública y hay spotters que han sido asaltados».

Esa falta de seguridad, asegura, fue uno de los motivos para organizar, junto a la concesionaria Nueva Pudahuel y al apoyo de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), el Spotting Day, que se realiza dos veces al año y en el que los fanáticos pueden entrar al aeropuerto a fotografiar desde la loza. Además, organizan otras actividades con las aerolíneas.

Internet también se ha vuelto un aliado de los amantes de los aviones. En www.airfleets.es , por ejemplo, al introducir el nombre de la compañía aérea o la matrícula del avión, se puede conocer la historia del modelo o los años que lleva volando.

«En la página web de Ifis puedes ver los itinerarios de todos los aeródromos de Chile. Ahí digitas el indicador del aeropuerto y te dice la pista, cuánto mide, la dirección, la ubicación. Después hay una sección de vuelos y te da todos los vuelos de llegada y salida, por ejemplo. Ahora hay mucha más ayuda que antes (para los fanáticos del spotting )», dice Antonio Segovia (41).

Y agrega: «Antes yo iba a Pudahuel a ver si es que pasaba algo. Uno podía saber, por rumores, que iban a llegar tales aviones de combate, pero no sabías a qué hora. Ahora es distinto. La comunidad ha logrado un cambio en eso. Incluso hay un hashtag #alertaspotter para informar que entre tal y tal hora va a llegar tal avión».

Antonio fue por primera vez a la Fidae cuando tenía tres años y dice que desde entonces quedó obsesionado con los aviones. Por eso comenzó a sacarles fotos cuando tenía 17 años y también entró a la Fach, y aunque finalmente no terminó la carrera, los aviones lo siguen apasionando. «Si estoy aburrido, me voy a Tobalaba a sacar fotos. Si tengo más tiempo, voy a Pudahuel»

Amalia Torres
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El Mercurio